Samadhi

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 “Bastante apartado de la sensualidad, bastante apartado de los estados mentales insatisfactorios, entra y
permanece en el primer jhana: éxtasis y placer surgidos del apartamiento, acompañados de atención
aplicada y sostenida”.
AN 4.123

Los jhanas o el samadhi son estados meditativos de profunda tranquilidad y altamente placenteros, caracterizados por la concentración. En los discursos pertenecientes al Sutta Pitaka del Canon Pali, se mencionan cuatro niveles de absorción meditativa. El último jhana se encuentra dividido, asimismo, en cuatro dominios “inmateriales”, siendo estos “la dimensión del espacio infinito”, “la dimensión de la conciencia infinita”, “la dimensión de la nada” y “la dimensión de la ni-percepción ni no-percepción”. En cada uno de los jhanas se hallan presentes diversos factores, que son abandonados o reemplazados por otros a medida que el meditador avanza a través de las absorciones. Los factores presentes en el primer jhana son los siguientes: “vitakka” o atención aplicada, “vicàra” o atención sostenida, “sukha” o gozo, “piti” o éxtasis, y “ekaggata”, palabra difícilmente traducible al castellano, que denota la atención centrada en un solo punto. En el segundo jhana se abandona la atención aplicada y sostenida y surge un nuevo factor: “passadhi” o tranquilidad. Al tercer jhana se le añade la ecuanimidad o “upekkha”, y finalmente, en el cuarto, el factor “piti” desaparece.

El cultivo de los jhanas o samadhi ha de ser prioritario en la practica del Dhamma, ya que no solo e la puerta hacia el Nibbana, si no que además proporciona al meditador lo que el Buda definió como “un estar placentero en el aquí y el ahora”. Es necesario aclarar que al término “placentero” no se le debe adjudicar su significado habitual. Esto se debe a dos razones. Primeramente, el “placer” que el individuo experimenta en estos estados meditativos supera con creces al sosiego ordinario y ha de ser comprendido a través de la experiencia directa. En segundo lugar, este tipo de gozo no se asemeja a la euforia, si no que su naturaleza es mucho mas refinada; el placer del samadhi es el placer de la serenidad, de la renuncia, del aquietamiento total de la mente.




 En el transcurso del segundo al cuarto año de mi práctica meditativa experimenté frecuentemente un estado mental reconocible, de profunda tranquilidad, que surgía cuando mi mente abandonaba la última de las proyecciones mentales y mi atención se establecía firmemente en el objeto meditativo, siendo absorbida por este. Ya que en aquellos tiempos desconocía las características de las diferentes absorciones, sus factores, etc., opté por llamar a este fenómeno simplemente “samadhi”.

Aunque esta experiencia per se no puede ser descripta, dejándola de lado se pueden mencionar algunas de sus características (debo aclarar que las mismas podrían no corresponder a todos los niveles de samadhi). Una de ellas es la regularización de la respiración. En el momento en el que accedía a este estado mi respiración se volvía excepcionalmente suave y regular, llegando incluso a cesar en algunas ocasiones (entiéndase que cesaba el proceso de inhalación e exhalación. Obviamente la respiración continuaba a nivel celular y quizás alveolar). Otra de las características es la completa conciencia corporal. A medida que profundizaba en la meditación me volvía conciente de las sensaciones en las diferentes partes del cuerpo, y este grado de percepción lo abarcaba completamente en los momentos previos y durante la absorción. Otra manifestación del samadhi es la quietud de la mente ante el estimulo de los seis sentidos.

En samadhi oyes, pero no oyes, la mente se deja ir inmediatamente.




 Revista MGK VI

jueves, 23 de diciembre de 2010 en 11:38

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