Yo denuncio a mis ojos negros,
por sus ojos sombríos en la mañana,
por sus ojos de araña cuando caminan
y su vuelo constante a la luz de la canela en la tierra.
Supongo sanción de mis bien amados amigos,
es cierto
pero denuncio a mis ojos con el alma,
sobre el madero vivo y el fuego interminable de la arena
por sus cauces unidos con las lagrimas,
y por sus arboles plantados en sus calles y sus niños.
Cada vez que salgo al mundo
lo hago a través de su puerta gigante
o por sus ventanas infinitas
profundos túneles a los que hay que llenar de vino
para dormir.
Como veras
son también aves
en cada brazo relámpago de mi locura.
Los denuncio doblemente y grito por su voz de piedra
y su algodón de cuerpo
desde el olfato
la lengua
los dedos
los oídos
Los denuncio por regalarme el universo a pedacitos
y por quererlos desde el instante primero
cuando el Sol encendió la lumbre
en el vientre insondable de la Luna.
Carlos Huaman "Donde Escriben los Relámpagos"
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